Entrevista: Rafael Anton Irisarri
Rafael Anton Irisarri se presentará este domingo 13 de octubre en Casa del Lago UNAM, como parte de la celebración del 20.º festival MUTEK México y su serie PLAY. Reconocido como uno de los artistas más destacados de la música experimental ambient, Irisarri crea una obra que oscila entre el majestuoso estruendo del post-rock y paisajes sonoros diseñados para una escucha profunda.
Sus composiciones se caracterizan por matices ambientales contemporáneos y sinfonías oceánicas, intricadamente superpuestas con distorsiones y texturas sutiles. La discografía de Irisarri ofrece un viaje conceptual lleno de estados de ánimo que reflejan sus influencias del metal, el shoegaze y la música electrónica minimalista. A través de un rico espectro de texturas sonoras, emplea loops de cinta, guitarra eléctrica con arco, violonchelo, sintetizadores y oleadas expansivas de ruido, melodía y armonía para crear una experiencia auditiva única y envolvente.
Conversamos recientemente con Rafael Anton Irisarri.
En tu trabajo, las referencias a las geografías son recurrentes, no solo en su dimensión física, sino también en la emocional, en la que exploras los frágiles glaciares de la condición humana. ¿Es suficiente la música para transmitir estos paisajes abstractos de lo que somos y lo que nos rodea?
La música instrumental como la que yo hago tiene un poder único para explorar las relaciones entre identidad, emoción y lugar. Los sonidos que me rodean influyen profundamente en mi producción musical: generalmente respondo más a la atmósfera y al estado de ánimo de un lugar, que a la urgencia de definirlo con precisión. Este camino deja espacio para interpretaciones más amplias, que invitan a quienes escuchan mi música a proyectar sus propias experiencias en ella. Mi enfoque principal es la interacción entre memoria y lugar, por lo que busco crear paisajes sonoros que evoquen emociones y recuerdos. Al hacerlo, dejo espacio para que cada oyente se conecte con su propio sentido de “lugar”, su historia personal y sus sensibilidades mientras experimenta la música.
En los últimos años, hemos sido testigos de una sobreproducción de música ambient, al punto de que ha surgido un género denominado bandcambient. En este contexto, ¿qué estrategias musicales utilizas para evitar caer en lo obvio y ofrecer propuestas frescas e innovadoras?
¿No es asombroso cuántos discos se están lanzando en estos días? Parece casi imposible mantenerse al día. La música ambient, en particular, tiene una cualidad engañosamente simple que hace que parezca que cualquiera puede componerla. Desde un punto de vista técnico, eso es cierto, cualquiera puede hacer un disco ambiental en casa; sin embargo, la verdadera pregunta sería si esa música es memorable.
Para mí, se trata menos de estrategias específicas y más de tener suficiente autocontrol para no lanzar ideas a medio cocinar. Crear música minimalista, en muchos aspectos, es un ejercicio de discernimiento y moderación. Con mi sello, Black Knoll, buscamos evitar la trampa de producir innumerables lanzamientos cada mes. En su lugar, priorizamos la calidad de nuestros lanzamientos sobre la cantidad.
En última instancia, se trata de generar confianza con nuestros oyentes. Cuando sale un nuevo lanzamiento, queremos que se sientan seguros de que es de la más alta calidad, con un sonido auténtico y único que merece un lugar en su colección. Quiero lanzar música que contribuya de manera significativa a la conversación, en lugar de simplemente llenar espacios vacíos o esperar mi turno para hablar. Mi objetivo es involucrarme plenamente con nuestra audiencia y sus perspectivas, enriqueciendo el diálogo general dentro de nuestra comunidad musical de nicho.
Cada vez es más complicado mantener una vida digna como músico. El dominio de las plataformas digitales, la tiranía del algoritmo y la creciente amenaza deshumanizante de la IA generan un panorama desolador para la creación musical. ¿Cuál es tu reflexión sobre esta situación y cómo te afecta personalmente?
Se ha vuelto casi imposible ganarse la vida únicamente con la música. Hoy en día, todos necesitamos tener un trabajo para sobrevivir, pues ser un artista en gira simplemente ya no es suficiente. Yo, por ejemplo, soy ingeniero de masterización durante el día: eso es lo que realmente hago para ganarme la vida —y la verdad estoy agradecido de poder trabajar todos los días con música muy interesante—. Cuando comencé en la música estaba ocurriendo un cambio masivo importante: pasamos de los CD, que iban en declive en ese momento, a las descargas digitales. Si ya en ese entonces era muy difícil ganarse la vida, no puedo imaginarme cómo es comenzar una carrera musical en este sistema. El streaming nos ha devastado completamente.
De alguna manera, la comunidad musical no es inmune a lo que está sucediendo a escala global: las élites solo se están haciendo más ricas (disfrutan de más y mejores recursos), mientras que la mayoría de nosotros apenas sobrevive en condiciones cada vez más inciertas y con acceso a menos recursos. La industria musical es realmente sólo un microcosmos de la era del capitalismo tardío.
Respecto a la IA, definitivamente estamos en una encrucijada. Por un lado, cuando la IA se utiliza como una herramienta y el ser humano es quien guía el proceso creativo, esta puede ser increíblemente empoderadora. Pienso, por ejemplo, en las aplicaciones de aprendizaje automático en el campo de la tecnología musical. Las pienso de la manera en la que muchos pensaban en la MIDI en los años 80: mientras muchos la veían con desconfianza, otros la veían como un potencial para la creatividad y la experimentación. Y la MIDI condujo a una revolución en el sonido. Sin embargo, siento que, lamentablemente, la forma en la que se está utilizando la IA actualmente, como una forma perezosa de crear contenido para generar clics, es muy contraproducente. Además, cuando la inteligencia artificial se utiliza para reemplazar el componente humano, el trabajo carece de esa chispa que hace que una pieza musical sea cautivadora.
Presentarás en Casa del Lago UNAM la pieza BURDENS, que explora temas relacionados con la memoria, la identidad y la lucha existencial. ¿Cómo comprendes y enfrentas tus propias percepciones sobre el poder y la vulnerabilidad? ¿Qué crees que necesita el público para apreciar plenamente este trabajo?
BURDENS es una pieza multicanal diseñada para ser interpretada en el Bosque de Chapultepec. Como sabes, “Chapultepec” significa “colina de los saltamontes” en náhuatl. Ese nombre destaca las raíces del lugar en la historia precolombina y su importancia durante la colonización española. Esto me inspiró a conectar el nombre del Bosque con el libro The Grasshopper Lies Heavy de Philip K. Dick, y trazar en la pieza ciertos paralelismos entre los temas de lucha y supervivencia. En ese contexto, el saltamontes simbolizaría no sólo la fragilidad, sino también el peso psicológico de la elección y las realidades alternas moldeadas por nuestra historia.
Esta pieza explora, a través del sonido, temáticas como la memoria, la identidad y la lucha existencial, e invita al público a reflexionar sobre el efecto del colonialismo en la identidad moderna. Al combinar el diseño de sonido con las acústicas naturales del bosque, mi objetivo es crear una experiencia inmersiva donde sea posible navegar por capas de texturas sonoras que encarnan tanto la fragilidad como la resiliencia. De esta manera, BURDENS se convierte en una meditación sobre la existencia, que anima a las audiencias a confrontar sus percepciones del poder y la vulnerabilidad. Para apreciar esta obra, es preciso acercarse a ella con apertura y hacer un trabajo de introspección en el que se interactúe con la memoria propia y las identidades para reconocer los complejos legados que en las Américas todos cargamos.
He observado en tu labor como ingeniero de masterización que trabajas con muchos proyectos de artistas mexicanos que quizás no forman parte de circuitos establecidos de festivales o medios. ¿Cuál es tu impresión general sobre lo que escuchas? ¿Qué potencial ves en estas propuestas musicales que a menudo no reciben la atención que merecen?
México tiene una historia musical muy rica que realmente valoro. Tengo gratos recuerdos de cuando, en la adolescencia, escuchaba bandas de rock como Caifanes, Santa Sabina y Fobia. Por otro lado, trabajar con artistas increíbles como Mint Field, Fax, Opuntia y muchos otros ha sido particularmente inspirador. Estos artistas no solo llevan el espíritu de esos músicos pioneros al siglo XXI, sino que también crean música cautivadora que realmente resuena.
Estoy especialmente impresionado por los talentos de Estrella del Sol, Gibrana Cervantes, Concepción Huerta y Mabe Fratti que, aunque no es originaria del país, ahora es residente de la Ciudad de México. Juntas han fomentado una de las escenas musicales más inspiradoras desde el movimiento clásico moderno en el Berlín de los 2000, que nos presentó talentos increíbles como Nils Frahm, Jóhann Jóhannsson y Dustin O’Halloran. Es notable ser testigo de los vibrantes desarrollos que están sucediendo en la CDMX, y me siento verdaderamente honrado de contribuir a su trabajo, incluso de manera pequeña, como ingeniero de masterización. Espero con ansias ver cómo estos artistas continúan innovando en los próximos años.
Por cierto, no puedo dejar de mencionar a Daniel Castrejón del sello Umor Rex. Daniel no solo ha estado publicando durante casi dos décadas obras cautivadoras, sino que también es uno de mis artistas visuales y diseñadores favoritos. Es un privilegio absoluto trabajar con él y llamarlo mi amigo.